Jesús extendió la mano y tocó al hombre.

—Sí, quiero —dijo—. ¡Queda limpio!

Y al instante quedó sano[a] de la enfermedad en la piel.

—Mira, no se lo digas a nadie —dijo Jesús—; solo ve, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.

La fe del centurión(A)

Al entrar Jesús en Capernaúm, se acercó a él un centurión pidiendo ayuda:

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Footnotes

  1. 8:3 sano. Lit. limpio.

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